La OMI apoya a los marinos en la primera línea de la pandemia COVID-19

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La pandemia de COVID-19 ha puesto a los marinos de todo el mundo en una situación precaria. Las restricciones de viaje implican que algunos no pueden abandonar sus buques, ser repatriados a sus hogares o incluso recibir asistencia médica urgente. Otros han sufrido la anulación de sus contratos de forma unilateral o han sido puestos en cuarentena a bordo de los buques más de 14 días sin recibir un salario.

Un gran número de marinos, así como sus cónyuges y familiares, han contactado a la OMI para compartir su preocupación acerca de una serie de complicadas situaciones provocadas por la pandemia de COVID-19 (Pulse aquí para leer las Preguntas más frecuentes sobre cambios de tripulación).

La OMI ha establecido un equipo interno, el Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) con el fin de ayudar a resolver casos individuales, trabajando a menudo junto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF) y la Cámara Naviera Internacional (ICS). Desde el principio de la crisis, este equipo especial trabaja contrarreloj contactando representantes de los gobiernos nacionales, ONG, sindicatos o asociaciones pertinentes, así como orientando a la gente de mar hacia la organización adecuada para encontrar soluciones. 

La gente de mar y sus familiares pueden ponerse en contacto con el SCAT enviando un email a info@imo.org.

A continuación hay algunos ejemplos de cómo la intervención de la OMI marcó una diferencia para varios marinos en diferentes puntos del globo.

​El 5 de enero de 2022, la OMI recibió un mensaje de un marino que trabajaba a bordo de un buque que navegaba por una ruta fija entre dos Estados rectores del puerto en el que preguntaba dónde podía solicitar la vacuna contra la COVID-19. Quería reunirse con su familia tras 18 meses de ausencia, pero no pudo satisfacer las medidas de control fronterizo de Chile. 

El caso fue asumido por el Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI y remitido a los dos Estados rectores del puerto, a los Estados de abanderamiento y del marino y a las ONG con carácter consultivo en la OMI.

Vacunación contra la COVID-19

Aunque ninguno de los dos Estados rectores del puerto ofrecía habitualmente la vacunación contra la COVID-19 a la gente de mar no nacionales, el SCAT resumió las circunstancias excepcionales y solicitó su ayuda para facilitar su repatriación del marino. El Representante Permanente de Turquía ante la OMI respondió el 8 de enero y dijo que el marino podía ser vacunado en Turquía. 

Sin embargo, el 18 de enero, el marino envió un mensaje al SCAT y explicó que un médico del hospital se había negado a administrar la vacuna, a pesar de que el agente local de la compañía había hecho las gestiones necesarias. El marino, que ya había abandonado su buque, estaba residiendo en un hotel a la espera de la vacunación y la posterior expedición de su visado. Comprensiblemente confundido y cada vez más ansioso, el marino volvió a pedir ayuda. 

El SCAT se puso en contacto con el Representante Permanente de Turquía y le pidió que estudiara la cuestión con cierta urgencia. Gracias a su rápida actuación, el 20 de enero el SCAT pudo confirmar al agradecido marino el lugar, la fecha y la hora de la vacunación. El Estado de abanderamiento se hizo eco del agradecimiento del marino y dio las gracias a las partes implicadas en asegurar su vacunación.

Superar los obstáculos de la solicitud de visado 

Creyendo que la situación del marino estaba resuelta, el SCAT recibió inesperadamente una nueva comunicación el 1 de febrero de 2022. El marino explicó que, aunque su familia residía en Chile, en realidad eran "inmigrantes en situación irregular" procedentes de un país vecino. Por ello, a pesar de haber recibido la vacuna, tuvo que solicitar un visado de turista para entrar en Chile. Le habían informado de que el proceso online tardaba aproximadamente dos meses y dijo al SCAT que el retraso era "terrible para mí y mi familia, ya llevamos 18 meses sin estar juntos". 

Consciente de que no tiene autoridad para intervenir en las políticas y procedimientos nacionales de inmigración de un Estado Miembro, la OMI volvió a ponerse en contacto con las partes implicadas, en nombre del marino, el 2 de febrero para informarles de la situación. En las dos horas siguientes al envío del mensaje por parte del SCAT, el Representante Permanente de Chile escribió al marino, le pidió sus datos personales y se comprometió a ponerse en contacto con la autoridad chilena encargada de expedir los visados de turismo.   

El 10 de febrero, el marino envió un mensaje al SCAT para decir que "su eficaz intervención en mi caso, tan atípico, sigue dando resultados". El 14 de febrero se le concedió una entrevista en el consulado chileno en Ankara y quiso agradecer "a todo el equipo de la OMI todo su apoyo y atención a mi situación". El SCAT agradeció a las partes interesadas su apoyo continuo por reconocer el valor intrínseco de la gente de mar y por sus esfuerzos para defender los derechos de los mismos.   

El 16 de marzo el SCAT recibió un nuevo mensaje del marino. Aunque le habían dicho que debía esperar tres semanas para que se aprobara su solicitud, aún no había recibido el visado. Además, tenía la impresión de que podría tardar hasta tres meses más en concederse. 

Caducidad de los títulos de la gente de mar

Tras pasar dos meses en tierra, y ante la perspectiva de otros tres, el marino contempló la posibilidad de volver al mar por un periodo de seis meses para cumplir con su "responsabilidad económica por el bienestar de mi familia". Lamentablemente, mientras tanto, sus certificados STCW habían caducado, y preguntó al SCAT sobre la posibilidad de prorrogarlos. 

El SCAT se puso en contacto con sus compañeros de la OMI y aconsejó al marino que la Circular nº 4204/Add.5/Rev.1 de la OMI, alentaba a las Administraciones y a las autoridades de supervisión por el Estado rector del puerto a adoptar un enfoque pragmático y práctico con respecto a la prórroga de los certificados, incluidos los certificados médicos, y las anotaciones en medio de la pandemia de COVID-19. Se le aconsejó que se pusiera en contacto con su Administración marítima y solicitara su asesoramiento, según el caso. El SCAT también envió un mensaje al Representante Permanente de Chile para mantenerle al corriente de la situación y remitió el caso al Estado del que es nacional el marino, para su información y actuación. 

Repatriación y reencuentro 

El 20 de marzo el SCAT recibió noticias gratificantes del marino sobre su complejo caso. Confirmó que se le había concedido el visado para volver a Chile. El 23 de marzo emprendió su viaje de vuelta a casa, y el 24 de marzo de 2022 envió un mensaje para confirmar que "por fin me he reunido con mi familia" después de 20 meses, y "estaré eternamente agradecido a usted y a su equipo por todo su apoyo".

​Tras sufrir una lesión laboral a mediados de noviembre de 2021, un auxiliar de limpieza a bordo de un buque de crucero en Oriente Medio siguió sufriendo dolores agudos más de dos meses después. Aunque describió su tratamiento médico inicial como "cuidadoso y atento", el marino se había desilusionado cada vez más con el diagnóstico del médico del buque, y lo que el marino percibía como reticencia a aprobar sus peticiones de realizar una resonancia magnética, a pesar de que tenía un dolor constante.

El marino dio positivo en la prueba de COVID-19 en enero de 2022 y, tras ser puesto en aislamiento a bordo del buque de crucero, él y otros tripulantes infectados fueron trasladados a tierra a un centro de cuarentena. Mientras estaba en cuarentena, un agente de la compañía se puso en contacto con ellos para evaluar sus necesidades y el marino volvió a solicitar una resonancia magnética. Aunque ya en tierra un médico le visitó, la cita sólo sirvió para que le recetaran más analgésicos y un relajante muscular. Tomando cartas en el asunto, envió a su empresa una circular de la OMI sobre el acceso a la asistencia médica en tierra. A esto le siguió una visita médica de seguimiento y la emisión de un informe médico que recomendaba un examen ortopédico y una resonancia magnética.

Al reincorporarse a su buque a finales de enero de 2022, el marino presentó el informe del médico de tierra, pero una vez más se sintió rechazado por el médico del buque. Desesperado por identificar la causa del dolor, el marino envió un mensaje al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI el 29 de enero de 2022 y pidió ayuda. Escribió: "En lugar de recibir un diagnóstico y un tratamiento adecuados, sólo he sentido decepción, estrés, ansiedad, frustración y un dolor que no mejora con el paso del tiempo".

El 1 de febrero de 2022, el SCAT remitió el asunto a los Estado de abanderamiendo y el Estado rector del puerto y solicitó su ayuda urgente. El marino volvió a enviar un mensaje al SCAT el 2 de febrero y escribió que, además de preocuparse por su propio bienestar, la asistencia médica "es una parte vital de nuestro sector. Hablo desde el fondo de mi corazón y en nombre de otra la gente de mar que no están bien informados de sus derechos y que están viviendo este tipo de situaciones en la que no pueden denunciar a su compañía".

El 5 de febrero, el SCAT recibió un nuevo mensaje del marino. A pesar de tener los resultados preliminares de su examen ortopédico, afirmó que el médico del buque seguía insistiendo en que su dolencia no era nada: "Le dije que si no era nada, ¿por qué seguía sintiendo dolor durante tres meses?", y firmó escribiendo: "Me temo que mis derechos como marino y como ser humano han cesado. Ahora necesito desesperadamente su ayuda".

El SCAT transmitió los mensajes a las partes correspondientes para que los examinaran urgentemente como parte del caso en curso. Se produjo una serie de intercambios de correos electrónicos entre el SCAT, el Representante permanente del Estado de abanderamiento y un representante de la compañía.

El 23 de febrero, el Representante permanente del Estado de abanderamiento envió un mensaje a la OMI. Había recibido información de la compañóa de que, tras un examen ortopédico y una resonancia magnética realizados el 18 de febrero, el médico de tierra había prescrito una terapia antiinflamatoria y fisioterapia. El marino fue "declarado apto para trabajos ligeros", pero la fisioterapia no era practicable a bordo del buque y, por tanto, de acuerdo con el propio marino, había sido desembarcado por razones médicas el 19 de febrero de 2022.  

​Preocupada por el bienestar de cuatro de sus empleados que estaban siendo repatriados por buque a su hogar en el sur de Asia, una compañía de protección marítima privada envió un correo electrónico al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI y a varias partes interesadas, Estados, organizaciones intergubernamentales y organizaciones no gubernamentales el 1 de marzo de 2021. El correo electrónico pretendía llamar la atención sobre la difícil situación de los cuatro hombres y pedía apoyo para superar las dificultades operativas de la compañía.

Aunque el buque había atracado en un puerto dentro del Estado de los marinos, una disputa financiera con un agente local había llegado al punto de no dar de baja del buque a los cuatro hombres y permitirles desembarcar. La compañía privada de protección marítima alegó que el agente pretendía aprovecharse de la urgencia de la situación para obtener beneficios económicos. Además, acusó al agente de ignorar todos los intentos realizados para ponerse en contacto con ellos, tanto por la compañía privada de protección marítima como por el capitán del buque.

Tres de los cuatro guardias estaban siendo repatriados por asuntos familiares graves y complicados que sólo ellos podían resolver. El cuarto guardia sufría una herida gravemente infectada en la pierna que requería tratamiento médico urgente para evitar una sepsis. La prioridad absoluta era el bienestar de los guardias y, por ello, el SCAT solicitó inmediatamente la intervención de un Embajador de buena voluntad de la OMI, que accedió de inmediato a hacer todo lo posible para ayudar a los cuatro hombres afectados. El SCAT también se lo notificó a las autoridades competentes y a las partes interesadas del sector marítimo y les pidió que tomaran medidas urgentes.

Tras recibir una preocupante información de la compañía privada de protección marítima sobre los continuos retrasos y el empeoramiento de la moral de los cuatro guardias el 2 de marzo de 2021, el SCAT envió una amonestación al agente. Subrayó, en particular, la necesidad de dar de baja urgentemente al guardia herido para que pudiera ser hospitalizado, y reiteró que no podía justificarse la situación con conflictos comerciales cuando la seguridad de la vida humana estaba en juego.

Tras esta intervención directa, el agente informó a todas las partes de que había completado el desembarco, por razones humanitarias, en la mañana del 3 de marzo de 2021 y que el herido había sido trasladado al hospital. La compañía privada de protección marítima lo confirmó y su representante dijo: "Les agradezco a todos su atención e implicación".

​Tras recibir el aviso de Radio Roma de que un marino a bordo de uno de sus buques necesitaba ser hospitalizado, el gestor del buque comenzó a ponerse en contacto con el agente portuario para organizar la evacuación médica. Consciente de los controles de fronteras vigentes en el Estado rector del puerto en Asia sudoriental, el gestor naval también notificó al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI el 17 de agosto de 2020, con la esperanza de acelerar la evacuación del marino accidentado.     

El SCAT respondió inmediatamente; se pidió al Estado rector del puerto que prestara asistencia médica urgente y se notificó al Estado de abanderamiento, a las organizaciones intergubernamentales y organizaciones no gubernamentales reconocidas por la OMI como entidades consultivas. El Estado rector del puerto informó rápidamente a todas las partes de que la llegada del buque estaba prevista para el 18 de agosto y de que las autoridades locales estaban preparadas para facilitar la asistencia médica, según lo dispuesto por el agente del buque, tan pronto como éste llegara.

El 19 de agosto, el gerente informó de que un médico había subido al buque y diagnosticado la afección cardíaca del marino, pero que, a pesar de necesitar hospitalización, no había sido trasladado a tierra, como estaba previsto, y seguía a bordo del buque. La eficiente comunicación entre el gerente y el agente del buque estableció rápidamente que el traslado reorganizaría para el 21 de agosto y que el marino medicado permanecería a bordo, bajo cuidadosa observación, hasta que se pudiera completar la evacuación.

A pesar de que todas las partes estaban de acuerdo con este plan, supeditado a la presentación de la documentación correcta, un error de comunicación entre las autoridades locales hizo que no se permitiera la evacuación prevista. Se produjo un rápido intercambio de correos electrónicos entre el gestor, el agente marítimo y los funcionarios del Estado rector del puerto, y el SCAT intervino una vez más en favor del marino enfermo.

En la mañana del 22 de agosto de 2020, el SCAT recibió la alentadora noticia de que el marino había podido desembarcar y ser trasladado al hospital para recibir tratamiento médico.

​El 5 de julio de 2020, el Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI recibió un correo electrónico de la prometida de un marino en nombre de su pareja, de sus marinos compatriotas y de las familias de estos. Ella escribió para expresar las preocupaciones de todos sobre la repatriación y se refirió a las experiencias recientes de su prometido para ilustrar su argumento. En un principio se esperaba que él desembarcase en mayo de 2020, pero el cambio de tripulación no se pudo realizar debido a los controles de fronteras relacionados con la pandemia de COVID-19. En julio también se canceló un segundo cambio de tripulación y se informó a la tripulación de que se reorganizaría otro para cuando el buque estuviera en dique seco.

El marino sugirió que el impacto acumulado de estas decepciones había reducido la moral a bordo del buque y que sus sentimientos de desesperanza se vieron exacerbados por el supuesto comportamiento de su agencia de contratación. Según el marino, la agencia intentaba coaccionar a la tripulación para que firmara prórrogas de contrato amenazando con restringir su acceso al agua y a internet a menos que cooperaran. Mientras que algunos de los tripulantes firmaron, el resto no lo hizo.

Tras perder el contacto con su familiar, la prometida envió un correo electrónico a SCAT y expresó que "estábamos muy preocupados y ellos estaban muy estresados allí. El trato que recibieron fue deshumanizante". El SCAT le respondió el 7 de julio de 2020 y remitió la cuestión a los Estados y las ONG pertinentes para que tomaran medidas urgentes. La prometida del marino dio las gracias a SCAT y dijo: "Es un gran privilegio dirigirles nuestra gratitud por las acciones inmediatas que han realizado por el bien de nuestra familia de marinos".

El 9 de julio, uno de los Estados rectores del puerto de Asia Oriental implicados expresó su "agradecimiento a SCAT por su ardua labor en la gestión de los asuntos de la gente de mar" y se ofreció a colaborar con la "compañía naviera para que tome las medidas oportunas". El otro Estado rector del puerto también respondió positivamente a la solicitud del SCAT y confirmó que el asunto había sido transmitido a las autoridades competentes.

Los esfuerzos combinados del SCAT, los Estados rectores del puerto y el Estado de abanderamiento surtieron efecto, y el 16 de julio la compañía de gestión naviera informó a todas las partes de que la tripulación sería desembarcada a mediados de agosto. La prometida, muy contenta, escribió para decir: "Nuestra familia y el resto de la tripulación le agradecen profundamente las acciones que ha hecho por nosotros".

​El 19 de julio de 2021, un propietario del buque, en nombre de la tripulación de uno de sus buques en Asia Sudoriental, envió un correo electrónico a su administración solicitando ayuda urgente "para evitar una situación desastrosa a bordo y preservar la vida de la gente de mar".

El buque había llegado a puerto el 17 de julio de 2021, echó el ancla y estaba esperando instrucciones para atracar. Sin embargo, el capitán informó posteriormente al propietario del buque de un presunto brote de COVID-19 a bordo. Intentó que un médico local visitara el buque y evaluara la salud de la tripulación, pero el oficial de cuarentena del puerto le negó el acceso al buque.

Aunque el médico del propietario del buque proporcionó asesoramiento y apoyo, la situación a bordo siguió deteriorándose. 13 de los 24 tripulantes parecían sufrir distintos grados de síntomas y el estado de algunos parecía ser muy grave.

El 20 de julio, el Representante permanente adjunto ante la OMI del Estado de abanderamiento llamó la atención del Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI sobre la difícil situación de la tripulación. Solicitó la intervención del SCAT para agilizar la prestación de atención médica urgente. El SCAT informó al Estado rector del puerto y le pidió que concediera asistencia médica inmediata a la tripulación. El Estado de abanderamiento y las ONG fueron notificados simultáneamente de la acción que había tomado.

El Estado rector del puerto reconoció rápidamente que estaba al corriente de la situación e informó al SCAT de que estaba coordinando un esfuerzo multiinstitucional para dirigir el buque a una zona segura, organizar la evaluación médica y evacuar a los tripulantes que necesitaran ser hospitalizados. Ese mismo día pudo informar de que los funcionarios de la Autoridad sanitaria del puerto habían subido al buque y habían realizado pruebas a toda la tripulación utilizando el protocolo COVID-19 de la OMI. 11 miembros de la tripulación dieron positivo y los que necesitaron asistencia médica fueron evacuados.

​Después de firmar un contrato de nueve meses, tres cadetes se encontraron con la situación de estar trabajando a bordo de su buque más de 13 meses después. Convencidos de que era su última esperanza antes de tener que cumplir de cuatro a seis meses más a bordo de su buque, de acuerdo con el plan de su compañía, los cadetes se pusieron en contacto con el Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI el 24 de agosto de 2022.

Informaron de que estaban "totalmente incapacitados físicamente" para el servicio y que "mentalmente nos sentimos muy deprimidos" y "todos nos encontramos con diferentes tipos de enfermedades". Al igual que muchos marinos, los cadetes también estaban preocupados por la amenaza que suponía la COVID-19 para sus familias y dijeron que se les necesitaban en casa "en los momentos difíciles".

Los cadetes creían que existía la posibilidad de ser repatriados desde el Estado rector del puerto de Asia Sudoriental en el que su buque había hecho escala para descargar la carga. Los vuelos regulares funcionaban y no necesitaban visados para bajar a tierra. El único obstáculo de procedimiento, al margen de los erigidos repetidamente por su compañía, era el requisito de presentar un resultado negativo de la prueba COVID-19 antes de que se les permitiera volar a casa.     

El SCAT solicitó inmediatamente la ayuda de los Estados restores del puerto y del Estado de abanderamiento y planteó el asunto a las OIG y las ONG pertinentes. También transmitió información que ponía de manifiesto las incoherencias entre la apreciación del propietario/agente de la situación y la posición oficial del Estado rector del puerto. En contra de la opinión del propietario/agente, el Estado rector del puerto se había declarado dispuesto a permitir el cambio de tripulación, siempre que recibiera una solicitud oficial. El SCAT informó al Estado de abanderamiento y reiteró su petición de ayuda a los cadetes.

El 2 de septiembre de 2020, los encantados cadetes enviaron un correo electrónico al SCAT y al Estado rector del puerto para confirmar que estaban en cuarentena en tierra antes de iniciar su viaje de regreso. Se despidieron diciendo: "Pusieron todo su esfuerzo para ayudarnos. Sin ustedes, no hubiera sido posible volver a casa, como deseamos".

​Preocupado por un empleado de una compañía privada de protección marítima que había quedado varado a bordo de un buque hotel en el mar Rojo durante dos meses, un inspector de la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (ITF) solicitó la asistencia del Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI el 1 de enero de 2021, tras haber fracasado en sus intentos de ayudar al marino.

El marino, que llevaba más de dos años trabajando para la compañía, se dirigió por primera vez a su empleador en noviembre del año anterior para quejarse de que había trabajado cinco meses más allá de su contrato sin firmar una prórroga. Explicó que deseaba ser repatriado para atender asuntos familiares tras la muerte de su padre y escribió que "su presencia en casa es muy esencial para superar los problemas".

Al recibir el correo electrónico del inspector de la ITF, el SCAT hizo circular una solicitud urgente de repatriación por razones humanitarias entre los Estados y las ONG pertinentes con carácter consultivo en la OMI. En el plazo de un día, el Estado del armador del buque se ofreció a establecer contacto con el buque hotel y a mantener a todas las partes al corriente de la situación. En un plazo de tres días, el Estado ribereño confirmó que el buque podía ponerse en contacto con su centro coordinador de salvamento marítimo para organizar la repatriación de emergencia, y que el agente del buque podía realizar los trámites necesarios.

El Embajador marítimo de buena voluntad de la OMI del Estado del marino también respondió a la solicitud del SCAT y pidió al agente de dotación que prestara asistencia urgente. A su vez, esto se transmitió a la compañía privada de protección marítima que se puso en contacto con SCAT el 5 de enero para explicar las dificultades prácticas de repatriar al contratista de seguridad en avión debido a que se encontraba a bordo de un buque hotel, el cual estaba anclado mar adentro. El SCAT compartió esta información con el Embajador marítimo de buena voluntad.

También se puso de manifiesto que los intentos de repatriar al contratista de seguridad se habían visto obstaculizados por una disputa entre la compañía privada de protección marítima y el agente de dotación. Trabajando con diligencia para resolver los problemas, el Embajador marítimo de buena voluntad se puso en contacto con ambas partes para elaborar una solución viable. Tras un periodo de intensas negociaciones, el 22 de enero de 2021 el agente de dotación confirmó que se habían tomado medidas para repatriar al contratista de seguridad a través de un buque.

El contratista de seguridad fue debidamente repatriado el 2 de febrero de 2021. Tras completar un periodo obligatorio de cuarentena debido a la COVID-19 se reunió con su familia.

​Después de que fracasaran los exhaustivos intentos de ayudar a la familia y a los compañeros de un marino fallecido durante casi cinco meses, dos organizaciones no gubernamentales (ONG) con carácter consultivo en la OMI presentaron una solicitud de intervención conjuntamente a la OMI y a la OIT el 6 de septiembre de 2021. La petición señalaba que era "trágico e increíble que después de todo este tiempo no se haya podido repatriar el cuerpo del capitán".

Además de la considerable angustia que siente la familia del difunto capitán, las ONG también estaban preocupadas porque "la presión psicológica sobre la tripulación está pasando factura y afectando al bienestar de la tripulación y podría poner en peligro su seguridad y la del buque en el mar".

El capitán del buque había sucumbido a un presunto paro cardíaco en abril de 2021, y pese a los esfuerzos de la compañía de gestión naviera, el Club P e I, varias ONG, abogados locales e incluso gestiones a través de canales diplomáticos, su cuerpo seguía a bordo del buque casi cinco meses después. Alegando medidas de precaución relacionadas con la pandemia, a pesar de que el capitán no había presentado síntomas de COVID-19 antes de su muerte, una sucesión de doce Estados rectores de puertos repartidos por Asia Sudoriental, el Asia Oriental y Asia Sudoccidental denegaron el permiso para desembarcar su cuerpo entre el 19 de abril y el 31 de agosto.

El caso se remitió al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI el 11 de septiembre de 2021. El SCAT se puso inmediatamente a notificar a los Estados correspondientes y a otras partes interesadas marítimas para solicitar su ayuda urgente por razones humanitarias.

El 12 de septiembre de 2021, el Embajador de buena voluntad de la OMI en el Estado rector del puerto en el que estaba anclado el buque informó lamentablemente de que las autoridades sanitarias locales también se habían negado a desembarcar el cuerpo debido al toque de queda por la pandemia de COVID-19. No obstante, se ofreció a transmitir la solicitud de ayuda del SCAT al Ministro de Relaciones Exteriores para que la considerara. Consciente de que la decisión original podría ser confirmada, el SCAT, en colaboración con la OIT, trató de identificar otras contingencias.

El próximo puerto de escala del buque era en Oriente Medio, donde se le esperaba el 21 de septiembre. El 13 de septiembre, el SCAT lo notificó al Estado rector del puerto y solicitó su asistencia. El cónsul del Estado del marino también inició intensas negociaciones con las autoridades nacionales del Estado rector del puerto previsto, y el representante permanente del Estado rector del puerto ante la OIT también intervino y se mantuvo en estrecho contacto con las autoridades legales de su país para facilitar el proceso.

Finalmente, el 29 de septiembre, el Club P e I correspondiente envió un correo electrónico a todas las partes para confirmar que el cuerpo del capitán había sido llevado a tierra para realizar la autopsia y que, por lo tanto, sería repatriado. Expresó su "sincero agradecimiento por su apoyo y esfuerzos para ayudar a resolver esta terrible situación". Apreciamos de verdad su implicación y preocupación, que han sido tranquilizadoras al enfrentarse a unas circunstancias tan difíciles."

​Después de varios meses de intentar tratar con la compañía de gestión naviera correspondiente, una Embajada pidió al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI que interviniera en un caso que afectaba a más de 450 de sus nacionales en seis buques de crucero situados en un país europeo.

Mientras que la asistencia de la ITF, desde marzo de 2020, había dado como resultado el cumplimiento tardío de varias obligaciones contractuales por parte de la compañía de gestión naviera, los intentos de asegurar la repatriación de la gente de mar habían fracasado, a pesar de que la mayoría había concluido sus contratos. El estrés acumulado del confinamiento y la incertidumbre sobre la repatriación llevaron a un marino desesperado a intentar suicidarse el 19 de mayo. Aunque sufrió heridas graves, el marino afortunadamente sobrevivió, pero el SUCESO tuvo un profundo impacto psicológico en los marinos de toda la flota. Cada vez más preocupada por el bienestar mental y físico de los marinos, e impulsada por el intento de suicidio, la Embajada redobló sus esfuerzos para ayudarles.

A pesar del compromiso de repatriar a los marinos por medio de vuelos chárter, y del contacto diario entre la Embajada y la compañía de gestión naviera, la compañía canceló unilateralmente su plan de repatriación cuatro días antes de su ejecución. Tras exhaustivos esfuerzos por resolver la cuestión, la Embajada acabó solicitando la intervención del SCAT el 16 de junio de 2020.

El SCAT respondió a la Embajada de la gente de mar y su sugerencia de convocar una teleconferencia fue rápidamente aceptada. El SCAT invitó rápidamente a las principales partes interesadas, entre ellas la Embajada del Estado de la gente de mar, el Estado rector del puerto europeo (y al siguiente Estado rector del puerto europeo previsto), dos Estados de abanderamiento, el Estado del propietario inscrito de los buques, la ITF y la OIT.

La reunión presidida por el SCAT se celebró el 18 de junio de 2020 y, como resultado directo un buque que había señalado su intención de zarpar hacia otra jurisdicción esa tarde fue retenido, como medida preventiva, por la por las autoridades del Estado rector del puerto para permitir una inspección completa antes de su salida. También se inspeccionaron los otros cinco buques de crucero para evaluar el cumplimiento de las disposiciones del Convenio sobre el trabajo marítimo. Además, el Estado rector del puerto previsto anunció que también había iniciado una investigación.

Las medidas decisivas tomadas por los Estados rectores del puerto, la presión concertada de la gente de mar y de los Estados de abanderamiento, y la firme ayuda de la ITF presionaron a la compañía gestora para que resolviera el estancamiento y, posteriormente, se lograron avances significativos en la resolución del mayor caso remitido al SCAT. Entre el 2 y el 15 de julio de 2020, más de 350 marinos fueron repatriados, mientras que la mayoría de los restantes aceptaron servir como tripulación de reserva a bordo de cinco de los buques de cruceros. El 16 de julio, el funcionario de la Embajada escribió: "Agradezco que hayamos tenido la oportunidad de debatir el asunto facilitado por la OMI y que tengamos su apoyo para resolver el caso".

​En su nombre y en el de 21 miembros de la tripulación, un capitán envió una desgarradora carta al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI, el 9 de junio de 2021. La carta describía cómo habían estado "viviendo una pesadilla" desde la muerte de su colega, en el mar, tres semanas antes.

Mientras navegaba por Asia sudoriental, su buque granelero había sufrido daños en el eje de cola y había sido remolcado a puerto para su reparación. Durante la operación de remolque un miembro de la tripulación, con antecedentes de hipertensión, cayó enfermo. A pesar de los esfuerzos de la tripulación por proporcionar ayuda médica al marino afectado, con el apoyo de los consejos de expertos de una compañía médica, el marino falleció trágicamente ese mismo día.

El buque se había hecho a la mar a finales de abril y su tripulación no había interactuado con nadie más desde que salió del puerto. El capitán y la tripulación habían informado que se encontraban en buen estado de salud y sin síntomas de COVID-19, y la causa de la muerte había sido evaluada por la compañía médica como un accidente cerebrovascular a través de la telemedicina. No obstante, y a pesar de los grandes esfuerzos del propietario del buque y del P&I Club por desembarcar al marino, el cuerpo seguía a bordo del buque después de que las peticiones de asistencia fueran rechazadas por cinco Estados rectores de puertos.

Desesperados, el capitán y la tripulación escribieron al SCAT solicitando "asistencia y compasión" y que "se les permitiera desembarcar el cuerpo de nuestro compañero para repatriarlo con su familia". El SCAT informó inmediatamente al Estado rector del puerto al que se remolcaba el buque, al Estado del pabellón, al Estado de la gente de mar y a las organizaciones no gubernamentales, y solicitó ayuda urgente para evacuar el cuerpo del marino fallecido por razones humanitarias.

Las autoridades del Estado rector del puerto se hicieron cargo de la causa rápidamente. El 10 de junio autorizó la llegada a puerto del buque y la evacuación del cuerpo, siempre que se respetaran los estrictos procedimientos COVID-19, y envió una copia de la autorización a las autoridades nacionales y locales. A pesar de esta rápida intervención, el SCAT recibió noticias del capitán y de la compañía de gestión naviera de que las autoridades locales habían vuelto a denegar el acceso al buque el 11 de junio. La denegación del permiso se basó en una decisión anterior comunicada a la Embajada del marino fallecido.

El SCAT transmitió el mensaje al Estado rector del puerto y volvió a insistir en el aspecto humanitario urgente de la situación. Tras extensos debates de coordinación entre los organismos nacionales del Estado rector del puerto, las embajadas del marino fallecido y la compañía de gestión naviera, el propietario del P&I Club y los agentes locales, la evacuación se aprobó con retraso el 19 de junio y se planificó para el 24 de junio.  

El 24 de junio, la compañía de gestión naviera confirmó que el cuerpo del marino había sido trasladado por vía aérea desde el buque y llevado a tierra y que, por tanto, sería repatriado a su familia una vez finalizados los trámites de la COVID-19. A pesar de su dolor por la pérdida de un respetado miembro de la tripulación, la compañía agradeció al SCAT "de todo corazón" .... por su amable apoyo y esfuerzo".

El viceministro de una de las autoridades del Estado rector del puerto también escribió a la OMI para confirmar la evacuación. Agradeció a todas las partes su apoyo y sus oraciones y deseó que el marino pueda "descansar en paz".

Preocupado por un empleado de una compañía privada de protección marítima que había quedado varado a bordo de un buque hotel en el mar Rojo durante dos meses, un inspector de la FIT solicitó la asistencia del Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI el 1 de enero de 2021, tras haber intentado ayudar al marino sin éxito.

El marino, que llevaba más de dos años trabajando para la compañía, se dirigió por primera vez a su empleador en noviembre del año anterior para quejarse de que había trabajado cinco meses más allá de su contrato, sin firmar una ampliación. Explicó que deseaba ser repatriado para atender asuntos familiares tras la muerte de su padre y escribió que "su presencia en casa es muy esencial para superar los problemas".

Tras recibir el correo electrónico del inspector de la FIT, el SCAT hizo circular una solicitud urgente de repatriación por razones humanitarias entre los Estados pertinentes y las ONG con carácter consultivo en la OMI. En el plazo de un día, el Estado del armador del buque se ofreció a establecer contacto con el buque hotel y a mantener a todas las partes al corriente de la situación. En un plazo de tres días, el Estado ribereño confirmó que el buque podía ponerse en contacto con su centro coordinador de salvamento marítimo (MRCC) para organizar la repatriación de emergencia, y que el consignatario del buque podía realizar los trámites necesarios.

El embajador marítimo de buena voluntad de la OMI del Estado del marino también respondió a la solicitud del SCAT y pidió al agente de dotación que prestara asistencia urgente. Esto, a su vez, se transmitió a la compañía privada de protección marítima la cual se puso en contacto con el SCAT el 5 de enero para explicar las dificultades prácticas de repatriar al contratista de seguridad en avión debido a que se encontraba a bordo de un buque hotel que estaba anclado mar adentro. El SCAT compartió esta información con el embajador marítimo de buena voluntad.

También se puso de manifiesto que los intentos de repatriar al contratista de seguridad se habían visto obstaculizados por una disputa entre la compañía privada de protección marítima y el agente de dotación. Trabajando con diligencia para resolver el problema, el embajador marítimo de buena voluntad se puso en contacto con ambas partes para elaborar una solución viable. Tras un periodo de intensas negociaciones, el 22 de enero de 2021 el agente de dotación confirmó que se habían tomado medidas para repatriar al contratista de seguridad mediante un buque.

El contratista de seguridad fue debidamente repatriado el 2 de febrero de 2021. Tras completar un periodo obligatorio de cuarentena por medidas sobre el COVID-19, se reunió con su familia. 

​Una mujer que no había visto a su prometido durante más de 14 meses debido a la pandemia de COVID-19 envió un correo electrónico al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI el 2 de noviembre de 2020. En el correo electrónico ella explicaba que, si bien las políticas del Estado rector del puerto habían impedido inicialmente a su prometido desembarcar del buque, desde agosto de 2020 los procedimientos opacos de la compañía habían contribuido a numerosos intentos infructuosos de repatriarlo. Los intentos del consulado y de los sindicatos por acelerar el proceso recibieron respuestas similares a las dadas al marino y a su prometida.   

El marino manifestó su preocupación sobre su capacidad para desempeñar sus funciones de forma eficaz y segura debido al tiempo que llevaba trabajando a bordo de su buque. También presentó varios informes a su compañía en los que relataba síntomas como fatiga, depresión, incapacidad de concentración y ataques de pánico. Cada vez más temerosa por la salud mental y física de su prometido, y preocupada por el hecho de que su estado mental pusiera en peligro no sólo a él sino a toda la tripulación, se puso en contacto con el SCAT y suplicó ayuda para conseguir un plazo definitivo para su repatriación.   

A los dos días de recibir la solicitud, el SCAT respondió al prometido y le proporcionó las últimas orientaciones sobre su repatriación. También solicitó a los Estados del pabellón, los Estados rectores de puertos y los Estados de la gente de mar, así como a las ONG con carácter consultivo en la OMI, que prestaran asistencia urgente para repatriar al marino. Se produjo un verdadero esfuerzo internacional, que supuso una excelente coordinación y cooperación entre múltiples organismos de China, Georgia, Indonesia (uno de cuyos aeropuertos serviría de escala para el vuelo de repatriación de varias etapas) y Singapur.    

A principios de diciembre de 2020, el SCAT recibió la alentadora confirmación de que el marino, tras completar un periodo de cuarentena obligatorio en el Estado rector del puerto, había partido en un vuelo de repatriación.  

​El 28 de octubre de 2020, el Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI recibió un correo electrónico de una marina que relataba una increíble historia de resistencia y perseverancia impulsada por su deseo de regresar a casa con sus seres queridos.  La joven madre del Pacífico, con ocho años de experiencia en el mar, se había apuntado inicialmente a un viaje de tres meses, pero de repente se encontró con que su intención de volver a casa desde la Antártida estaba bloqueada por la decisión de un Estado portuario de suspender los vuelos internacionales como parte de su respuesta al COVID-19.

Como muchos otros marinos, toda la tripulación se encontró confinada en el buque y anclada. Tomaron la decisión de navegar hacia Europa, a pesar de contar con pocas provisiones a bordo. El viaje duró 82 días y, tras llegar sana y salva, la marina pasó cuatro meses intentando organizar un vuelo de repatriación.

En el tramo final de su viaje de vuelta a casa, sus planes se vieron frustrados una vez más por las restricciones de viaje de la pandemia de COVID-19. Aunque seguía gozando de buena salud y buen ánimo, estaba desesperada por volver a casa, sentimiento que se intensificaba por lo cerca que estaba de alcanzar su objetivo. En esta coyuntura, tras agotar otras vías, se puso en contacto con el SCAT y pidió ayuda.

El SCAT se puso inmediatamente en contacto con el Estado rector del puerto y el Estado de procedencia de la marina, así como con las ONG con estatuto consultivo ante la OMI y les pidió su ayuda. En el plazo de 24 horas, tras un esfuerzo coordinado por su Grupo de tareas COVID-19, el Representante alterno del Estado de procedencia de la marina ante la OMI confirmó que se le asignaría un asiento en el siguiente vuelo de repatriación.

El 1 de diciembre de 2020, tras una odisea de 11 meses alrededor del mundo, la marina se reunió finalmente con sus seres queridos. La marina envió un correo electrónico a SCAT y dijo que estaba "muy agradecida por estar con mi familia".​


​Tras soportar meses de incertidumbre, 17 marinos angustiados se pusieron en contacto con su sindicato el 15 de junio de 2021 para informar de que estaban "mental, física y emocionalmente cansados de trabajar". Su buque había sido detenido tres meses antes, debido a una disputa sobre la carga, y el propietario se había declarado recientemente en quiebra.

A pesar de los esfuerzos de su empresa por repatriarlos, no pudieron cumplir los estrictos requisitos de cambio de tripulación del Estado rector del puerto porque el buque no estaba en activo. La situación se vio agravada por los estrictos controles fronterizos aplicados entre el Estado rector del puerto y el Estado de procedencia de los marinos en respuesta a la segunda oleada de la pandemia de COVID-19.

Frustrados por la falta de información, la permanencia a bordo del buque y el persistente retraso en el pago de los salarios, la tripulación recurrió a contactar con su sindicato, que a su vez informó al Estado de procedencia de los marinos. El 21 de junio, la secretaría de un memorando de entendimiento del Estado rector del puerto señaló las dificultades de la tripulación varada a la atención del Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI.

Tras remitir urgentemente el asunto a los Estados pertinentes y a las partes interesadas del sector marítimo, el Estado rector del puerto aseguró al SCAT que era consciente de la situación y que había estado "trabajando estrechamente con el armador, los sindicatos y el Estado de abanderamiento para resolver el asunto y ayudar a los marinos". También confirmó que había facilitado la baja de ocho miembros de la tripulación y que seguiría trabajando en el asunto con las partes interesadas para lograr una solución.

El 14 de julio, el Estado rector del puerto informó a todas las partes de que el buque había abandonado sus aguas y que el resto de la tripulación sería cambiada en la siguiente escala del buque. La secretaría del memorando de entendimiento del Estado rector del puerto envió un correo electrónico para "agradecer a todos sus actualizaciones y las medidas adoptadas para ayudar a la gente de mar".​

​Tras firmar un contrato de seis meses en septiembre de 2019, un marino aún se encontraba a bordo de su buque a principios de agosto de 2020, más de cinco meses después de haber cumplido el periodo estipulado. Le preocupaba el riesgo para su salud física y mental y estaba convencido de que ya no era seguro que permaneciese a bordo.

Su buque operaba en una ruta fija entre dos Estados portuarios del sudeste asiático. Sin embargo, sus solicitudes de repatriación desde uno de ellos habían sido rechazadas debido a los estrictos controles fronterizos del Estado por el COVID-19, y consideraba que su empresa no estaba interesada en realizar los trámites necesarios para permitir su repatriación desde el otro. El relevo del marino también se había incorporado ya al buque y había asumido sus funciones después de que le fueran debidamente entregadas. El marino consideró que no había justificación para mantenerlo a bordo del buque y, el 12 de agosto de 2020, solicitó la asistencia del Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI para facilitar su repatriación durante la siguiente escala.

La llegada de este buque al puerto estaba prevista para el 14 de agosto de 2020. Consciente de la urgencia de los plazos, el SCAT de la OMI solicitó la intervención urgente de los Estados y las ONG pertinentes. En su respuesta el mismo día, el Estado de abanderamiento reafirmó su compromiso de velar por el estricto cumplimiento de las disposiciones del Convenio sobre el trabajo marítimo en toda su flota y ofreció su ayuda. Inmediatamente se puso en contacto con el armador y el gestor del buque y, tras solicitar el permiso explícito del marino a través del SCAT, confirmó la identidad del marino al armador y al gestor del buque, con el fin de informar y agilizar su toma de decisiones y la planificación de la repatriación.

El marino se puso de nuevo en contacto con el SCAT el 17 de agosto y dijo que, aunque su buque seguía atracado, no había recibido respuesta de su compañía respecto a su partida. Tras un esfuerzo conjunto entre el Estado de abanderamiento y el SCAT, el marino fue debidamente fichado y repatriado. El 28 de agosto de 2020, el marino confirmó que había llegado sano y salvo a su país y agradeció a SCAT su "ayuda y apoyo".   ​


El 14 de julio de 2020, la OMI fue contactada por la angustiada hija de un primer oficial de máquinas  que prestaba servicio a bordo de un petrolero. Su padre no pudo desembarcar debido a la pandemia de COVID-19 y a las dificultades que encontró la empresa gestora del buque para enviar un relevo.  

En su correo electrónico, explicaba que su padre ya había cumplido casi ocho meses en el mar, a pesar de que en un principio "se suponía que iba a terminar a finales de febrero de 2020".  Le preocupaba que su padre estaba en muy baja condición mental y física y que acababa de ser hospitalizado por problemas de espalda. Temía que su salud siguiera deteriorándose, lo que podría "provocar un accidente o una tragedia", sobre todo porque ya no tenía un certificado médico válido porque su contrato de trabajo había expirado.  

El correo electrónico fue remitido al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI. El SCAT se puso inmediatamente en contacto con la organización sindical de los marinos y con las autoridades marítimas de los Estados de abanderamiento, del puerto y de los marinos afectados. El sindicato, a su vez, se puso en contacto con la empresa gestora del buque y con la autoridad marítima del Estado del puerto, en este caso la Autoridad Marítima de Chile, para resolver el asunto.  

Tras un esfuerzo concertado de todas las partes, el oficial fue repatriado con éxito el 25 de julio de 2020 y se reunió con su familia. La Autoridad Marítima chilena recibió una carta de agradecimiento de la hija que primero puso el asunto en conocimiento del SCAT, lo que motivó que su Director General reafirmara, ante el Secretario General de la OMI, su "compromiso con las medidas adoptadas por la OMI y la labor realizada por el SCAT en beneficio de la gente de mar en el mundo".​

El 10 de mayo de 2020, la OMI fue contactada por un marino fatigado en un buque de apoyo mar adentro. Tanto él como muchos de sus colegas habían pasado 100 días mar dentro -algunos incluso 140 días- sin descanso y sin perspectivas de cambios de tripulación. El marino estaba preocupado porque su empleador planeaba extender los contratos de la tripulación por otros dos meses.

"Todos sentimos las tensiones del largo período mar adentro, especialmente al no tener una fecha final a la vista. Para muchos de nosotros eso no es bueno y ciertamente pone en riesgo la seguridad", escribió el marino en un correo electrónico al Grupo de gestión de la crisis para la gente de mar (SCAT) de la OMI.​

El SCAT contactó a las ONG pertinentes reconocidas como entidades consultivas por la OMI y sirvió de enlace con las autoridades marítimas de los Estados de abanderamiento y los Estados rectores del puerto implicadas.​​

Tras esta rápida intervención de la OMI, el Estado rector del puerto confirmó que tomaría las medidas necesarias para facilitar el cambio de la tripulación mientras el buque estuviera en su puerto o terminal, y el marino pudiera volver a casa y reunirse con su familia.​

Un marino a bordo de un buque portacontenedores envió una llamada de auxilio a la OMI el 12 de abril de 2020. Su contrato, que debía terminar a finales de marzo, había sido prorrogado por otro mes. El marino afirmó que su compañía no estaba tomando medidas para cambiar de tripulación, a pesar de que la asistencia del gobierno hizo posible esa opción. 

Si bien el marino reconoció que él y sus colegas no se encontraban en una situación crítica desde el punto de vista físico, describió las graves repercusiones que ello tenía en su salud mental. "Tenemos alimentos, todo está bien, pero la principal preocupación es nuestra salud psicológica", dijo el marino al SCAT de la OMI en su primer correo electrónico. 

El SCAT remitió al marino a la administración marítima nacional y a los sindicatos pertinentes, al tiempo que comunicó la situación a los Estados de abanderamiento y al Estado rector del puerto. Esta intervención diplomática ayudó a resolver el caso y el Estado de abanderamiento confirmó que ayudaría al marino con su contrato y su repatriación. 

El marino y otro miembro de la tripulación pudieron regresar a casa a salvo en mayo. En un correo electrónico, el marino agradeció calurosamente a un miembro del equipo SCAT por su ayuda y apoyo, escribiendo: "usted es realmente un hombre con un gran corazón".  


Una marina británica estaba desesperada por reunirse con su familia después de meses trabajando en un buque de pasaje en el Pacífico. Su familia, vulnerable ante la pandemia, estaban en su país y necesitaban su apoyo, y ella estaba decidida a estar a su lado en estos díficiles momentos.

Pero su plan de volar a casa a mediados de marzo no pudo llevarse a cabo. Las autoridades de inmigración del Estado rector del puerto negaron inicialmente el permiso para viajar, porque las normas se habían modificado casi sin previo aviso. La marina se quedó atrapada en el buque anclado sin poder volver.

El 31 de marzo, envió por correo electrónico una petición de ayuda a la OMI. "Como estoy segura de que es el caso de tantos otros marinos en este momento, estoy desesperada por volver a casa. Mis padres y mi abuela son vulnerables y no puedo pensar en otra cosa", dijo. La marina añadió que su salud mental se veía gravemente afectada y que temía que la situación también afectase a su capacidad para desempeñar sus funciones como oficial de puente. 

La OMI se puso inmediatamente en contacto con el Estado rector del puerto y el Estado de la oficial e informó a las ONG pertinentes. Esos esfuerzos ayudaron a resolver el caso. Gracias a la eficiente cooperación entre el sindicato local de gente de mar y el Estado rector del puerto, se permitió a la oficial volar a casa el 12 de abril. 

En un mensaje enviado a la OMI al día siguiente, agradeció a la Organización y al Estado rector del puerto que le permitieran reunirse con su familia. "¡Estoy aliviada y encantada de estar de vuelta!  Muchas gracias por toda su ayuda y apoyo. También estoy muy agradecida [al Estado rector del puerto] por permitirme viajar, todo el proceso fue muy bien gestionado y controlado", dijo. ​​


El 14 de mayo de 2020, la OMI recibió información sobre una situación de emergencia a bordo de un buque de carga anclado. Un oficial superior sufría un tremendo dolor debido a una hinchazón que se extendía desde su encía hasta el lado izquierdo de su cara y parte de su cuello. 

El buque y el fletador habían solicitado una visita médica al buque cinco días antes, pero ésta fue denegada por las autoridades aduaneras sobre la base de las restricciones relacionadas con COVID-19. Durante una consulta por vídeo, un médico confirmó que era necesaria una cirugía de emergencia, ya que el riesgo de sepsis era muy alto. La salud del marino se deterioraba cada día y ya estaba muy débil e incapaz de moverse.

Los intentos del capitán de la nave de asegurar la evacuación médica no tuvieron éxito. Las autoridades portuarias se negaron a permitir que el marino desembarcara para recibir la atención médica urgente que necesitaba, debido a los requisitos de cuarentena de 14 días y a que no había hoteles de cuarentena disponibles para acogerlo. 

Sus colegas y el capitán a bordo temían por la vida del marino. "Es muy difícil de entender, que en una situación tan peligrosa no haya un apoyo adecuado para salvar la vida de un  ser humano", escribió un colega en un mensaje que fue transferido a la OMI.

Tras ser informado del caso, el Equipo de Acción de Crisis para la Gente de Mar de la OMI intervino inmediatamente, en cooperación con la ICS y la ITF, y se puso en contacto con los puntos focales del Estado rector del puerto y del Estado de origen de la gente de mar. Los intensos debates y la buena colaboración ayudaron a resolver el caso rápidamente. 

El 15 de mayo, un día después de que la OMI fuera informada de la situación, el SCAT recibió la confirmación de que el marino había podido desembarcar y estaba siendo trasladado a un hotel. Mientras el resultado de la prueba COVID-19 fuera negativo, sería llevado al hospital para la cirugía que necesitaba urgentemente.​​

​A finales de marzo, el capitán y la tripulación de un granelero, todos de nacionalidad india, se preocuparon cada vez más de que la descarga de la carga les expusiera a considerables riesgos de infección por COVID-19. 

La falta de una grúa flotante en un puerto asiático hizo que el personal del buque tuviera que llevar a bordo a 60 estibadores durante tres semanas sin que se le hicieran pruebas de detección de los síntomas del COVID-19. Estos estibadores vivirían en tiendas de campaña improvisadas en las cubiertas del buque para descargar un cargamento de soja. 

"La tripulación está muy preocupada por la exposición al personal de tierra durante las operaciones de carga, ya que es imposible mantener un aislamiento total", manifestaban el capitán del buque y 19 miembros de la tripulación en una carta enviada a la OMI el 1 de abril.

La OMI se puso inmediatamente en contacto con la ITF y la ICS. Se invitó al Estado del anaderamiento a mediar en una solución con el capitán y el propietario del buque, y se llegó a un acuerdo el 7 de abril. El buque fue reubicado en un fondeadero diferente y la carga fue descargada completamente y de forma segura.