Los residuos arrojados al océano durante el lanzamiento de vuelos espaciales podrían dañar el medio ambiente, y las conversaciones en torno a este tema están tomando fuerza.
La industria espacial comercial, en rápido crecimiento, ha sido testigo de un número récord de cohetes, satélites y objetos lanzados al espacio exterior. Según la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas (UNOOSA), sólo en 2023 se pusieron en órbita 2.588 satélites, frente a los aproximadamente 150 anuales entre 1957 y 2012.
Sin embargo, una laguna en la normativa internacional vigente dificulta la evaluación y gestión de los residuos generados por estas actividades.
En su intervención en la reunión de la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos (COPUOS 67), celebrada en Viena del 19 al 28 de junio, el oficial técnico de la OMI, Sr. Andrew Birchenough, declaró: "A partir de la información recopilada y disponible, podemos suponer que los lanzamientos espaciales están aumentando, pero tenemos que evaluar si tales actividades de evacuación quedan actualmente fuera de cualquier sistema regulador".
La OMI implanta los dos principales acuerdos mundiales que abordan directamente la cuestión del vertimiento de desechos en el mar: el Convenio sobre la prevención de la contaminación del mar por vertimiento de desechos y otras materias, 1972 (Convenio de Londres); y el Protocolo de 1996 relativo al Convenio de Londres 1972 (Protocolo de Londres).
Las preocupaciones sobre los posibles impactos marinos de los residuos que caen de los lanzamientos de cohetes se plantearon por primera vez en la reunión de los Grupos científicos del Convenio y del Protocolo de Londres en 2018. Estas incluyen, la liberación de sustancias tóxicas; trastornos del fondo marino y de los organismos del fondo marino; basura marina y ruido submarino.
Desde entonces, las Partes en el Convenio y el Protocolo de Londres han investigado esta cuestión, aunque la información disponible en el dominio público es limitada. Han determinado que se necesita más información para evaluar adecuadamente los efectos sobre el medio marino, con miras a estudiar si estas actividades entran en el ámbito de regulación de los tratados.
La colaboración y el intercambio de conocimientos entre organismos y Estados Miembros son cruciales para avanzar en las labores.
"Nos gustaría mucho seguir colaborando con la UNOOSA, la COPUOS y sus Estados Miembros para obtener más información y debatir formas de garantizar que se tenga en cuenta y se reduzcan las repercusiones de estas actividades", declaró Sr. Birchenough.
Las Partes en el Convenio y el Protocolo de Londres seguirán debatiendo la cuestión en su próximo periodo de sesiones, que se celebrará en Londres del 28 de octubre al 1 de noviembre de 2024.
Puede consultar la presentación de la OMI en COPUOS 67 aquí.